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En memoria a Sebastián Miranda

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Entrevista a Matías Ercole

Desde muy pequeño, en los juegos de Matías Ercole no podían faltar papeles, marcadores y lápices. Pasaba horas dibujando y la librería era su juguetería favorita. Pero ese juego que continuó a lo largo del tiempo, se convirtió en un interés por la imagen y por construir cosas. Ese mismo interés fue el que lo llevó a realizar diversos talleres de pintura y luego a estudiar escenografía en el Teatro Colón. Fue así que trabajó realizando decorados en teatro y publicidad; y como artista comenzó a participar de diversas residencias y obtuvo importantes becas. “Recuerdo que un profesor del Teatro Colón me dijo que tenía que elegir, que no podía ser escenógrafo y artista visual. En ese momento me molestó su comentario, pero con el tiempo le di la razón, pero a la inversa. Es decir, entendí que ser artista me permitía en sí mismo ser y hacer muchas cosas a la vez. La imagen tiene una potencia de comunicación que conecta más allá del lenguaje y que carga con una enorme historia en sí misma. Agregarme a ese peso de la imagen es algo que me obsesiona de alguna manera y también entendí la potencia del arte junto con el compromiso que conlleva”, relata Matías, que se licenció en Artes en la Universidad Nacional de las Artes y que nos acompaña en la galería desde sus comienzos.

Pablo Insurralde Studio Visit

El día nublado asoma por la ventana del taller de Pablo Insurralde mientras trabaja en
completo silencio. Solo es interrumpido por los sonidos de su propio hacer.
En la cerámica encontró su modo de expresarse como artista. Pero si ella es su lengua, la
miniatura es su dialecto.
En manos de Pablo, un pedazo de arcilla puede convertirse en cualquier cosa, desde un juego
de mesa y sillas de jardín hasta una vitrina de carnicería que caben en la palma de una mano.
Los objetos más diversos crean escenas dignas de fotogramas de película.
Quizá hay un relato, quizá cuentan una historia, o quizá no. En búsqueda de respuestas, en
este studio visit lo acompañamos con cámara en mano durante todo un día de trabajo.

¡La puerta está abierta!

Lucía Sorans Studio Visit

En el taller de Lucía Sorans, como en un micromundo, el tiempo cobra otro sentido, uno donde no manda el reloj, sino el cuerpo y la materialidad. El paso de las horas dependerá de lo que ellos propongan y de la escucha atenta de la artista.

Lucía no solo crea sus obras sino también los materiales con los que trabaja. Indaga en ellos concentrada y de manera minuciosa. Lucía busca y encuentra.

Observarla en cada uno de sus procesos es una experiencia íntima y singular.  

¡Este studio visit los invita a sumergirse en un verdadero ritual artístico!

Cuerpos-quimeras

 

Cuerpos-quimeras Curaduría Jazmín Adler.
Es inconcebible dejar de preguntarse qué ha sido del cuerpo físico y orgánico en una época caracterizada por la virtualización de todas sus prácticas. Por lo pronto, esta no es una inquietud radicalmente nueva si pensamos en los orígenes del concepto de cyborg, ya teorizado en los años sesenta como un organismo cibernético -un cuerpo orgánico “mejorado”- capaz de adaptarse a las necesidades experimentadas por los astronautas al encontrarse sumidos en la hostilidad del Espacio. La misma noción fue definida en la década del ochenta como una criatura híbrida hecha de máquina y organismo, de realidad social y ciencia ficción. Las ideas en torno a la existencia de estos seres mixtos, situados en una zona liminar entre naturaleza y artificio, cobran hoy especial relevancia ante la creciente difuminación de aquellas fronteras tan arraigadas en el pensamiento moderno occidental, desde hace siglos sustentado en los dualismos cuerpo/mente, humano/animal, naturaleza/cultura, animado/inanimado, físico/virtual. En este último caso, el primer término por lo general queda circunscrito a los objetos tangibles, mientras que el segundo suele funcionar como sinónimo de lo “inmaterial”. Sin embargo, desde una perspectiva contemporánea diríamos que aquella supuesta inmaterialidad no existe como tal. Si hay algo que estos tiempos nos demuestran de forma cotidiana es que nuestros cuerpos orgánicos están sumergidos en y atravesados por píxeles, bits, ondas electromagnéticas, algoritmos, datos y técnicas criptográficas que entrañan otra clase de materialidades: inaprensibles, sí, pero no inmateriales. Las obras exhibidas en Cuerpos-quimeras muestran distintas maneras en que mantenemos relaciones sociales, afectivas e intelectuales con otros cuerpos simultáneamente físicos y virtuales. En estas piezas, la barra separadora ubicada entre cada término de los binarismos modernos se vuelve más fluida, flexible, permeable. Mediante diferentes técnicas digitales (simulaciones gráficas, animaciones, impresiones 3D, grabaciones en alta velocidad para producir efectos de extrema cámara lenta), sus artistas modulan nuevas corporalidades, ya sea apelando a procesos de digitalización del cuerpo físico en modelos tridimensionales tan reales como artificiales, o bien partiendo de creaciones digitales que recrean la morfología, comportamientos, emociones y deseos de lo humano. Avatars, bots, carne, hueso y entrañas componen una nueva especie de cuerpos-quimeras; entes híbridos, desmembrados y distribuidos de un lado y otro de la pantalla, dentro y fuera de la red. 

Entrevista a Agustín Sirai

Una pequeña habitación con un balcón desde donde se ve la ciudad de La Plata y varias plantas formando una hilera perfecta hacen de taller para Agustín Sirai. Allí, de donde es oriundo y donde reside actualmente, despliega también todo su arte.


Dos paredes de la habitación fueron tomadas por completo por las obras que están en proceso, a la espera de una pincelada o de más detalles que suelen caracterizar su pintura. Al costado, sobre una banqueta, descansa una caja de cartón con una infinidad de óleos mezclados y algunos pedazos de tela con manchas de colores que portan los pinceles.
En una libreta de hojas blancas, Sirai hace algunos bocetos en lápiz, aunque otros los lleva en la piel. Entre sus tatuajes podemos descubrir la escena de un cuadro de Edward Hooper (uno de sus artistas referentes) y el dibujo de dos manos sosteniendo una tela. “Este tatuaje lo vinculo a la pintura porque más allá de que un cuadro está hecho en tela y puede ser el soporte de una imagen, al mismo tiempo es una superficie que puede ocultar o develar algo”, explica.
Su vínculo con el dibujo se forjó cuando tenía apenas tres años y dibujaba (sin copiar) cada uno de los personajes de su historieta preferida: El hombre araña. Sin embargo, fue recién cuando terminó el secundario que retomó el contacto con el arte al ingresar a la Facultad de Artes de La Plata. “Tomé la decisión de casualidad, porque si bien siempre me gustó dibujar, iba a estudiar Letras. Pero un amigo se fue a anotar en la
Facultad de Artes y me terminé inscribiendo con él”, cuenta Sirai.
Azar o destino, alguno de los dos fue el que lo llevó nuevamente a tomar una decisión similar cuando culminó la carrera. Sirai pasó por distintos trabajos, pero ninguno en el que se abocara al arte por completo. “Un día de mucho calor, mientras pintaba una pared en uno de esos trabajos, me pregunté cuál era la diferencia de pintar un cuadro, en qué consistía el trabajo de ser artista y dedicarme a eso. Me dije: “Si no lo hago
ahora, no lo hago más”, y sin dudarlo renuncié”, recuerda.
En ese entonces, todavía alquilaba un taller con un amigo y comenzó a pintar con mayor continuidad, apostando todo a la producción artística y dedicándole el tiempo que merecía. También decidió dar sus primeros pasos como ayudante de cátedra en la facultad para transformarse en docente.
“Si bien hoy el arte es mi medio de vida, creo que mi camino fue un poco a los tumbos y más sinuoso que el de algunos colegas”, destaca Sirai, que se encuentra en plena producción de nuevas obras que formarán parte de una muestra que podrá verse este año en la galería.