Desde muy pequeño, en los juegos de Matías Ercole no podían faltar papeles, marcadores y lápices. Pasaba horas dibujando y la librería era su juguetería favorita. Pero ese juego que continuó a lo largo del tiempo, se convirtió en un interés por la imagen y por construir cosas. Ese mismo interés fue el que lo llevó a realizar diversos talleres de pintura y luego a estudiar escenografía en el Teatro Colón. Fue así que trabajó realizando decorados en teatro y publicidad; y como artista comenzó a participar de diversas residencias y obtuvo importantes becas. “Recuerdo que un profesor del Teatro Colón me dijo que tenía que elegir, que no podía ser escenógrafo y artista visual. En ese momento me molestó su comentario, pero con el tiempo le di la razón, pero a la inversa. Es decir, entendí que ser artista me permitía en sí mismo ser y hacer muchas cosas a la vez. La imagen tiene una potencia de comunicación que conecta más allá del lenguaje y que carga con una enorme historia en sí misma. Agregarme a ese peso de la imagen es algo que me obsesiona de alguna manera y también entendí la potencia del arte junto con el compromiso que conlleva”, relata Matías, que se licenció en Artes en la Universidad Nacional de las Artes y que nos acompaña en la galería desde sus comienzos.