El día nublado asoma por la ventana del taller de Pablo Insurralde mientras trabaja en
completo silencio. Solo es interrumpido por los sonidos de su propio hacer.
En la cerámica encontró su modo de expresarse como artista. Pero si ella es su lengua, la
miniatura es su dialecto.
En manos de Pablo, un pedazo de arcilla puede convertirse en cualquier cosa, desde un juego
de mesa y sillas de jardín hasta una vitrina de carnicería que caben en la palma de una mano.
Los objetos más diversos crean escenas dignas de fotogramas de película.
Quizá hay un relato, quizá cuentan una historia, o quizá no. En búsqueda de respuestas, en
este studio visit lo acompañamos con cámara en mano durante todo un día de trabajo.

¡La puerta está abierta!

“En el arte todo es posible. Es uno el que se autolimita al elegir los materiales o el formato, porque somos conscientes de que no hay límite. Es una gran paradoja”.

“No trabajo mucho con el error. Más bien son hallazgos. Estoy usando una herramienta o un esmalte y de repente me doy cuenta que, por ejemplo, es perfecto para hacer una ruedita. Entonces de un material llego al objeto”.