Patrimonio
Santiago Delfino
SÓLIDOS QUE FLUYEN, PETAFLOPS DE PURA VIGILIASOBRE LA OBRA DE SANTIAGO DELFINO“La mirada fría no se distingue por la infravaloración sino que trata de ver las cosas como son, so pena de perder el propio sentido dela medida. La mirada...
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junio 2019 — julio 2019
SÓLIDOS QUE FLUYEN, PETAFLOPS DE PURA VIGILIA
SOBRE LA OBRA DE SANTIAGO DELFINO
“La mirada fría no se distingue por la infravaloración sino que trata de ver las cosas como son, so pena de perder el propio sentido de
la medida. La mirada fría disuelve los sentimientos y las palabras engañosas , quiere ver en su desnudez el yo, la separación, el
impulso, pero no desmenuzados ni seccionados”.
Ernst Bloch, Contacto de la Función Utópica con el Interés / Principio Esperanza (p. 188).
“Al quemarla, no había eliminado la carne que amaba, sino que la había sublimado por demolición, como ocurre con las ruinas
románticas”.
Jorge Barón Biza, El Desierto y Su Semilla.
1
(Garganta de sala dimerizada favoreciéndose más los planos de confianza que aquellos facilitadores de visa
a polizones necrofácéticos).
2
Cuando voy a conocer la casa-taller de Santiago Delfino imagino un galpón con plétora de cachivaches pre-escultorizables propios del Contemporary Art, sorprendiéndome que su ámbito de creación y producción tenga
tanto de prolijo enclave para una clase media ilustrada (living con piano, estante para la Historia Universal de
Oncken y la Oxford Enciclopedy of the Classical World, included).
A Libero Badii le gustaba hablar de su Almataller y en el caso de Delfino me atrevo a decir que detrás de su
catapulta hay muchas horas de Living-Taller e incluso Jardín-Factoría. Esa poca distancia de la parrilla familiar
que, con ayuda de un hermano ingeniero y evidente beneplácito de progenitores consagrados a la química que
el artista ha fundido la canilla bigger than life que veremos en el primer piso de la galería. El domingo en que
conozco a Santiago la pieza más grande en este show (a verse en la salita de fondo) está realizándose en una
antigua casa chorizo apenitas ubicada cruzando la calle El Zonda desde el Living-Taller.
Lo primero que creo detectar en la actividad de Delfino es una acentuada veta de continuidad y contigüidad,
una renuncia al portazo disruptivo dentro del linaje que puede tocar la octava de superposición entre mundo
doméstico y nodo de emanaciones sígnicas. Estudiar su modo de emisión nos obliga a busca infra-leves a
nivel de la familia nuclear.
3
En el caso de Delfino la relación entre idea y trabajo quiere presentarse sin mediaciones o delegaciones (el
mismo ser humano que diseña es el que hará los moldes, fundirá el metal, supervisará la instalación, etc.).
Hay derecho a pensar en lo que ha sido el taller original de Edison o Henry Ford o tal vez los hermanos Wright
cuando quieren ganarle la carrera por el primer aeroplano al profesor Langley, que todas las tiene a su favor
en términos de respeto y financiación. Y en algún lugar empezó Willy Wonka (Tim Burton style) cuando confiaba todavía en que no le serían robadas las ¡patentes del helado inderretible! Esta escala de “primer salto” es
más aplicable a Delfino que la de un Tony Stark, un Elon Musk o incluso la del artistejo emprendedorista partero de dioramas para califatos.
TEXTO DE SALA
4
Delfino ha observado con persistencia a artistas como Constantin Brancusi o Martin Puryear; gente del riñón de la escultura “tradicional”. Nombres que
remiten al artesano competente, self-conscious, alguien que no hace “instalaciones”, “ensamblajes” o “activaciones” y considera que su honesto trabajo
puede no necesitar más que la instauración de un volumen interesante que se abre paso a través de su propia energía óptico-material en un espacio
dado… Y no poca es tal tarea cuando se la quiere llevar a feliz término. Bien que la trabazón puramente óptica no colma el estómago de Delfino. Lo atestiguan las rebabitas de la gran canilla, firmas hirvientes congelada a su vez.
4.1
Hechos explícitos estos links podría pensarse que Delfino hizo escalas de su formación en alguna disciplina “tradicional” de las Bellas Artes pero hete
aquí que estudió Digitalización de Imágenes en el IUNA. Claro que por su edad (nuestro artista hace su Entrada en la Temporalidad en New Haven en
1986 ) lo “tradicional-académico” de su generación podría quizás estar más cerca de la doma de pixeles y lo “aventurado” en lo otro, en la fenomenología
del unplugged y la pastosa tenacidad del recuerdo sin backupear invocado mediante capas y capas de pintura antióxido.
5
En Delfino hay cierto subtexto ligado a la condición de clase media en una región periférica. En sus propuestas no aparece el pathos y urgencia del explotado ni la nonchalance del explotador eternamente distraído. Pero tampoco se recurre al regodeo en la migraña o el escapismo barroquizante tan propio
de esa clase que ni sufre del todo ni disfruta del todo. Con Delfino estamos en una región de angulaciones discretas; vía ascética de un racionalismo sin
mezquindad o retumbes espejados de un “¡Eh, aquí estoy, mírenme!”. Un racionalismo que tantea como pezuña de mula en la alta montaña.
5.1.
Delfino no quiere saltearse por aquella figura que se la pasa planchando en los bailes de artistas; la Normalidad. Aquello que debemos (¿deberíamos?)
tener en común para que todo funcione. O funcione un mínimo de realidad, esa descarada extorsionadora de consenso que no se rebaja a pedirle lo
mismo a todos. No se puede ser invisible desde cualquier punto.
6
Suelo preguntar a los artistas qué música escuchan, esperanza de encontrar allí algún atajo; en la breve lista de Delfino me llamó la sociedad de Jaco
Pastorius y John Maus. Toda una épica de los tonos bajos. Nuestro artista toca el bajo, de modo ocasional.
7
Delfino nos muestra entidades completas o apenas alteradas con sugerencia de completamiento, tuberías netas que canalizan la arena y la discontinúan (como hace la canilla con el agua); no flirtea con el povera ni adscribe a alguna cepa de volquetismo bendecido por las curadurías hegemónicas.
No tritura; acomoda. No vandaliza; oblitera y cancela.
8
Estratigrafía desplegada y encolada; baldosas, mesas, reloj, nada captado y teñido, todo vaciado desde los originales y pintado, algo de las ruinas de
Pompeya o Epecuén, de locación sorprendida por el rayo de la muerte en un hiato de su plena actividad. Y la reconstrucción no está cómodamente aerosoleada, hay resabios pictóricos, sectores donde huellas de pinceladas son claramente visibles.
9
La arena que verán está muy lejos de aquella donde se apoya una lánguida espalda tatuada, no es aquélla de una playa en vacaciones, es la arena ya
cargada en el camión volcador entrando a la tolva para transformarse en algo distinto a ella misma.
Un acorde de bajo loopeado deviene música de las esferas, petaflops de pura actividad que nos recuerdan que no hay otra opción que la de trabajar: la
herencia es un error de cálculo y las vacaciones, apenas una captura de pantalla.
Lux Lindner
Buenos Aires, 2019