La condición del desorden
Pablo Cabrera
Un guante se reposa después de manipular ladrillos. Una soga que supo cargar baldes con cemento. Un papel que alguna vez fue olvidado en un bolsillo. Las escenas de las piezas de Cabrera parecen transitorias. Evocan un clima donde aún ...
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septiembre 2022 — octubre 2022
Miranda Bosch
Un guante se reposa después de manipular ladrillos.
Una soga que supo cargar baldes con cemento.
Un papel que alguna vez fue olvidado en un bolsillo.
Las escenas de las piezas de Cabrera parecen transitorias. Evocan un clima donde aún pueden sentirse los cubos moverse, el ruido de las piedras que reinician su movimiento y se deslizan pesadamente.
La noción de permanencia, intrínseca en la fijación de una imagen, es arrastrada suavemente por una composición que, desde la calma de la paleta, aborda la noción del desorden momentáneamente, como si fuera una transición hacia otro estadío.
La dicotomía entre la tensión del trabajo por hacer, y el relajo dado por el trabajo terminado, surge como un apoyo al conflicto entre la obvia quietud de la imagen y la acción implícita en las tareas sin terminar y los objetos abandonados.
La sensación de cambio y de estado en movimiento es acentuada, además, por el diseño de montaje de la exposición. “La condición del desorden” predispone tanto a la obra como al espectador a pararse de una forma asimétrica. No hay jerarquías en esta condición.
No es un desorden sino que es un nuevo orden, donde ninguna obra rige sobre la otra, y juntas construyen un ecosistema equilibrado donde las fuerzas de cada imagen, forma y color se perciben en su singularidad y en su forma grupal. Las obras se despliegan en la sala creando un tejido de relaciones particular. El principio que rige el campo, el juego del orden, no es ni ordenado ni un juego, sino una composición mayor, donde cada elemento ocupa un espacio dentro de la lógica formal de la exposición.
El ruido del material en movimiento, la fuerza detrás de cada desplazamiento, y los rastros que quedan luego de la acción son los habitantes de las escenografías desérticas grisáceas, rosadas y negras. En estas escenas con sutiles sonidos de fondo y restos de esfuerzo colectivo se despliega la dialéctica de Cabrera. A través de la acuarela el artista se pregunta sobre los modos de organización, la destrucción de las jerarquías, la maleabilidad de las relaciones y la supuesta libertad que asoma en esas ideas.
La movilidad latente de la imagen en Cabrera evoca la plasticidad de las relaciones de trabajo del siglo XXI. La flexibilidad, en sentido positivo y negativo, de relaciones laborales inciertas.
El compromiso, la rutina y la fidelidad no rigen más; son reemplazados por una armonía incómoda, una incertidumbre evocada por Cabrera en el cambio latente en cada pieza.
Clara Ríos, agosto 2022